China prometió el miércoles que Estados Unidos deberá «pagar el precio» de la adopción de un proyecto de ley en la Cámara de Representantes que prevé sanciones contra Pekín por el trato que da a la minoría musulmana uigur.
Las relaciones bilaterales ya estaban envenenadas desde que la semana pasada el presidente estadounidense Donald Trump promulgó una ley de apoyo a las manifestaciones prodemocracia que sacuden Hong Kong desde junio.
El lunes, Pekín respondió imponiendo sanciones contra ONGs y decretando la suspensión de las escalas de los navíos estadounidenses en territorio chino.
El texto aprobado el martes por los diputados estadounidenses incrementa esta tensión al condenar las «flagrantes violaciones a los derechos humanos» de China con su política en la región de Xinjiang (noroeste), una zona cercana a Pakistán y Afganistán predominantemente musulmana.
Organizaciones de defensa de los derechos humanos y el gobierno estadounidense acusan a China de haber internado de forma forzada en ese territorio a cerca de un millón de musulmanes, en particular uigures, en campos de reeducación política.
Pekín rechaza esa cifra y habla de «centros de educación y formación profesional» para luchar contra el islamismo, el separatismo y el terrorismo, ya que Xinjiang fue escenario de ataques atribuidos a los uigures en el pasado.
La medida, aprobada en la cámara baja por 407 votos a favor y uno en contra, pide a Trump que sancione a altos funcionarios del gobierno chino y es una versión más dura de otra que fue aprobada en el Senado en septiembre. Los dos textos deben reconciliarse en un mismo proyecto que será enviado a la Casa Blanca.
«Estamos enviando un mensaje a Pekín», dijo la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi. «Estados Unidos está observando y no se quedará en silencio», agregó.
El proyecto de ley insta además al departamento de Estado a establecer un informe sobre la situación en la región y al departamento de Comercio a prohibir algunas exportaciones, sobre todo material que puede ser usado en sistemas de reconocimiento facial.
En octubre, Estados Unidos puso en una lista negra a 28 organizaciones gubernamentales y comerciales chinas acusándolas de estar implicadas en la represión policial en la región de los uigures.
– Impacto económico-
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«¿Ustedes piensan que vamos a quedarnos sin hacer nada mientras los estadounidenses perjudican los intereses chinos? Creo que por sus errores, de palabra o de hecho, deben pagar un precio», dijo a la prensa Hua Chunying, la portavoz del ministerio chino de Relaciones Exteriores.
Poco después, el encargado de negocios estadounidense en China, William Klein, era convocado por el viceministro chino de Relaciones Exteriores, Qin Gang.
En respuesta, la embajada de Estados Unidos en China pidió «el fin de las políticas draconianas que durante más de dos años han aterrorizado a los ciudadanos en Xinjiang»
La decisión de los diputados estadounidenses echa leña al fuego de la tensión entre los dos países, que intentan llegar a un «acuerdo de principio» para poner fin a su guerra comercial.
Justamente, China dijo el miércoles que no se había fijado ninguna fecha límite para la firma de un acuerdo con Estados Unidos, declaraciones que van en la misma línea de las palabras de Trump, quien aseguro que Washington no tenía ninguna fecha en mente para este entendimiento y que podría ocurrir después de las elecciones presidenciales de noviembre de 2020.
«No nos fijaremos ninguna fecha límite para llegar a un acuerdo. Este acuerdo y sus negociaciones deben basarse en la equidad y respeto mutuos», en palabras de la portavoz Hua Chunying.
Es «imposible que (la decisión de la cámara estadounidense) no tenga impacto en las relaciones sino-estadounidenses y en la cooperación entre los dos países en algunos campos», agregó.
Los uigures son una de las 56 etnias de China y representan menos de la mitad de los 25 millones de personas que viven en Xinjiang.
China no perdona los atentados cometidos por activistas de esta comunidad, sobre todo en 2014, cuando se produjeron varios ataques con arma blanca en la estación de tren de Kunming (suroeste) en los que murieron 31 personas y con explosivos en un mercado de Urumqi, la capital de Xinjiang, en el que murieron 39 personas. AFP