
La preocupación crece entre los iraníes antes de que Estados Unidos imponga nuevas sanciones, anunciadas para el lunes, que amenazan con desestabilizar aún más la deteriorada economía del país.
En varias ciudades del país, como Shiraz (sur), Ahvaz (suroeste), Mashhad (noreste) o Karaj (cerca de Teherán), hubo los últimos días «manifestaciones esporádicas» que congregaron a unos centenares de personas, informaron el jueves por la noche las agencias de prensa estatales.
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Los videos que circulan en las redes sociales, cuyo origen no pudo ser identificado, muestran manifestaciones en ciudades turísticas como Ispahan (centro) así como en Teherán.
«Esas manifestaciones continuarán», estima Adnan Tabatabai, director del centro de reflexión alemán CARPO que sigue de cerca los temas iraníes.
«El poder sabe que son legítimas pero el riesgo es que se vean perturbadas por grupos del interior o del exterior del país y que se conviertan en violentas», agregó.
El principal signo de la crisis relacionado al regreso de las sanciones estadounidenses es la caída vertiginosa de la moneda nacional, el rial, que perdió casi dos tercios de su valor desde que comenzó el año.
El gobierno intentó frenar la devaluación en abril estableciendo una tasa oficial fija y deteniendo a los cambistas del mercado negro, medidas que sólo hicieron que creciera el mercado paralelo.
– Atrapados –
Las consecuencias son a veces absurdas. Una expatriada contó cómo se dio cita con un cambista, bajo un puente en el centro de Teherán para cambiar 2.000 dólares.
«Me pidió que usara un velo rojo y se acercó pidiendo en voz baja que le mostrara el dinero, como si estuviésemos en un film de espionaje», contó.
La impresión de estar atrapados entre las maniobras del gobierno y la voluntad de Estados Unidos de paralizar la economía obliga a numerosos iraníes a juntar dólares y guardarlos para paliar más adelante la crisis.
«La gente tiene miedo de no encontrar más sus productos si no los compran hoy», dice Alí, un comerciante del Gran Bazar de Teherán, explicando que los mayoristas acopian productos a la espera de ver cómo evolucionará la situación.
Los iraníes que pueden se fueron del país.
Estados Unidos decidió unilateralmente en mayo incumplir el acuerdo sobre el programa nuclear iraní firmado en 2015, anunciando su voluntad de ejercer una «presión máxima» sobre Irán con nuevas sanciones a partir del 6 de agosto y en noviembre.
Aunque los europeos, Rusia y China hayan decidido respetar el acuerdo, las multinacionales que se habían instalado en Irán hace tres años se preparan ahora a dejar el país.
Otras empresas, más pequeñas, intentan sacar provecho de la confusión actual y esperan que los gobiernos europeos, que declararon su determinación en defender el acuerdo, las protejan.
– Iniciativas tardías –
«Nadie sabe qué forma tomarán las sanciones. La administración de Donald Trump lo hace adrede para que todo el mundo siga sintiéndose amenazado», dice en Teherán un empresario occidental que trabaja en el sector de los hidrocarburos.
«Escuché hablar de cuatro empresas farmacéuticas alemanas que buscan instalarse en Irán sólo para burlarse de Estados Unidos», confió. Según el, las amenazas estadounidenses irritan a los europeos, antes que inquietarlos.
Según algunos analistas, las exportaciones iraníes de petróleo caerían drásticamente. De 2,4 millones de barriles por día pasaría a 700.000 para fin de año.
Algunos países como India, China o Turquía declararon que dependían mucho del petróleo iraní como para plegarse a las exigencias estadounidenses, pero varias refinerías, principalmente europeas, ya se están retirando del mercado iraní.
Muchos creen que las últimas iniciativas de Teherán, que recientemente reemplazó al gobernador del Banco Central y detuvo a una docena de especuladores, llegan muy tarde.
«El gobierno no logró sacar provecho de la situación cuando las condiciones lo permitían», adoptando un plan económico convincente, afirmó Mohamed Reza Behzadian, ex responsable de la Cámara de Comercio de Teherán. «Le será aún más difícil actuar en tiempos de crisis», vaticina. AFP