
La crisis política en Sri Lanka parecía llegar a su fin este sábado con la retirada de Mahinda Rajapakse del puesto de primer ministro, cuyo polémico nombramiento desató una lucha de poder y paralizó el país durante siete semanas.
Rajapakse, que también fue presidente entre 2005 y 2015 y muy criticado por las organizaciones de derechos humanos, celebró una ceremonia religiosa en su casa durante la que firmó una carta haciendo oficial su renuncia.
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El exjefe de Estado no hizo declaraciones a la prensa pero sus asesores indicaron que devolvería la flota de limusinas que utilizaba desde el 26 de octubre, cuando fue nombrado por el presidente Maithripala Sirisena en sustitución de Ranil Wickremesinghe.
El nombramiento de Rajapakse provocó caos político en el país y Wickremesinghe se negaba a irse, denunciando que su salida fue inconstitucional.
El vacío de poder hacía temer el bloqueo del presupuesto a partir del 1 de enero, una posibilidad que llevó al presidente Sirisena a confiar de nuevo el gobierno a Wickremesinghe a pesar de sus divergencias políticas.
«Si hubiera continuado el enfrentamiento, habríamos terminado el año sin presupuesto para 2019 y el gobierno no habría podido seguir su actividad», explicó a la prensa Yapa Abeywardena, un parlamentario del partido presidencial. AFP