Mientras los científicos se preguntan si la presencia o ausencia de anticuerpos contra el coronavirus puede determinar de forma fiable la inmunidad, algunos miran un componente diferente del sistema inmunológico, conocido como células T, por su papel en la protección de la población contra la pandemia.
Estudios recientes muestran que algunos pacientes recuperados que dieron negativo en las pruebas de anticuerpos contra el coronavirus sí desarrollaron células T en respuesta a su infección por COVID-19.
Aunque los estudios son pequeños y aún no han sido revisados por expertos externos, algunos científicos dicen ahora que las personas que experimentan una enfermedad leve, o ningún síntoma en absoluto, del nuevo coronavirus, pueden estar eliminando la infección a través de esta respuesta de las células T.
Estos hallazgos se suman a otros indicios que apuntan a la necesidad de que cualquier eventual vacuna contra la enfermedad COVID-19 estimule las células T, además de producir anticuerpos. Esa vía también puede arrojar luz sobre cómo sería la inmunidad de una persona si se ve de nuevo expuesta a la infección.
“Hay cada vez más pruebas de que las personas expuestas al virus tienen una respuesta de anticuerpos transitoria (de corta duración), o una respuesta de las células T pese a una respuesta de anticuerpos menor o ausente”, dijo a Reuters el doctor Alessandro Sette, profesor y miembro del Centro de Enfermedades Infecciosas y Vacunas del Instituto La Jolla en California.
Cuando un virus supera las defensas iniciales del cuerpo -que incluyen los glóbulos blancos, que combaten la infección- se produce una respuesta “adaptativa” más específica, que desencadena la producción de células que se dirigen contra el invasor.
Entre ellas se incluyen anticuerpos que pueden reconocer un virus y bloquearlo, impidiendo su entrada en las células de una persona, así como células T que pueden matar tanto a los invasores como a las células infectadas.
“Las células T son a menudo importantes para controlar las infecciones virales. Estamos viendo pruebas de ello”, dijo a Reuters John Wherry, director del Instituto de Inmunología de la Universidad de Pensilvania.
Un pequeño estudio francés, aún no revisado por expertos, reveló que seis de cada ocho miembros de familias en estrecho contacto con parientes que tenían COVID-19 desarrollaron una respuesta de células T, pero no dieron positivo en las pruebas de anticuerpos.
Un estudio sueco a 200 personas detectó una fuerte respuesta de las células T en la mayoría de los individuos que tenían una enfermedad leve o ningún síntoma tras la infección, independientemente de si mostraban una respuesta de anticuerpos. El hallazgo sugiere que los índices de infección por coronavirus podrían ser más altos que los que se han estudiado usando solo pruebas de anticuerpos.
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El estudio de las respuestas de las células T también podría arrojar luz sobre la perspectiva de una inmunidad a largo plazo.
Hay algunas pruebas de que las células T desarrolladas después de la exposición a otros coronavirus que causan el resfriado común podrían ayudar a combatir el nuevo virus, conocido como SARS-CoV-2.
Un estudio dirigido por el Instituto La Jolla detectó células T que reaccionaron al SARS-CoV-2 en cerca de la mitad de las muestras de sangre almacenadas recogidas entre 2015 y 2018, lo que sugiere que las células del sistema inmunológico se desarrollaron después de una infección previa con coronavirus del resfriado común en circulación, y que podrían ayudar a proteger contra el nuevo virus.
“Es una prueba potencialmente alentadora”, dijo Wherry.
Las vacunas candidatas para combatir el COVID-19 que se están elaborando actualmente tienen como objetivo generar respuestas de anticuerpos y células T, y los recientes hallazgos destacan la importancia de medir la respuesta de las células T observada en los ensayos clínicos con humanos.
“Creemos que el diseño óptimo de la vacuna sería uno que induzca tanto una respuesta de anticuerpos como de células T”, dijo Sette.
Después de una infección o vacunación, el sistema inmunológico conserva un número de células “de memoria” que ya están preparadas para atacar rápidamente al mismo virus en caso de una futura infección.
Muchos países están usando análisis de sangre que buscan anticuerpos para estimar cuántas personas se han infectado con el nuevo virus, incluso si nunca mostraron síntomas. Reuters