Aunque en 200 años solo cuatro tsunamis o maremotos “destructivos” han tocado costas mexicanas, por encontrarse en una zona de alta sismicidad, México tiene el riesgo latente de padecer estos fenómenos naturales y para minimizarlos cuenta con el Sistema Nacional de Alerta de Tsunamis que integran varias dependencias.
Dentro de esta red de monitoreo, la Secretaría de Marina Armada de México (Semar) opera el Centro de Alerta de Tsunamis, encargado de calcular la posibilidad de que un terremoto con epicentro en el país u otras partes del mundo, genere olas gigantes que puedan causar daños en territorio nacional.
De acuerdo con Notimex, el capitán Juan Ramón Sans Aguilar, director de dicho centro, resaltó que toda la costa del Océano Pacífico es susceptible de ser golpeada por maremotos, pero se debe poner especial atención a la zona que va de Jalisco a Chiapas, pues pertenece a la llamada Trinchera Mesoamericana, una franja donde interactúan cinco placas tectónicas, y en la cual no se ha liberado energía sísmica en muchos años, por lo que, cuando suceda, podría ocurrir un sismo de gran magnitud.
Asimismo, está la zona de subducción en el lado del Océano Atlántico en el continente americano, que se encuentra a la altura de Costa Rica, y si bien tiene una actividad sísmica mucho menor que en el Pacífico y las olas se debilitan al llegar a México, la península de Yucatán, en particular Quintana Roo es una zona más susceptible.
Resaltó que ante el eventual impacto de un tsunami pueden dar una alerta con un buen fundamento científico, el trabajo del centro también radica en descartarlos, pues no todo gran temblor genera un tsunami, y ante el pánico que generan es importante tener información confiable para continuar las actividades portuarias y evitar pérdidas económicas.
Explicó que los tsunamis se forman como consecuencia de los terremotos, por el desplazamiento y fracturas de las placas tectónicas. “No cualquier temblor grande genera un tsunami, debe darse en el punto en donde se juntan dos placas tectónicas, el epicentro debe ser en el mar o muy cerca. Pero para que se genere un tsunami el sismo debe ser de una magnitud-momento mayor de siete grados”, señaló.
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Sans Aguilar comentó que al recibir los reportes de un temblor, en aproximadamente 10 segundos pueden calcular el tamaño de la ola que podría generar y el tiempo que tardaría en llegar a cada ciudad mexicana.
Aseguró que dicho cálculo, elaborado mediante el método del profesor Modesto Ortiz Figueroa del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (Cicese), ha mostrado ser exacto.
Sin embargo, el tiempo aproximado, desde que se genera el temblor, se recibe la información del Servicio Sismológico Nacional y se emite una alerta de tsunami a las autoridades de Protección Civil, es de cinco minutos y no hay en el mundo un sistema que pueda generar alertas en un tiempo mucho menor, aseveró.
Los tsunamis se catalogan en locales, regionales y transatlánticos, los primeros tiene su epicentro dentro de 100 kilómetros de la costa nacional y son los más peligrosos. Relató que por ejemplo en el peor de los casos, que un tsunami se originara a 10 kilómetros de costas mexicanas, tardaría de dos a tres minutos en tocar tierra, menos tiempo del que tomaría emitir la alerta.
Por ello consideró que para la gente que vive en la costa, el propio temblor es la mejor alerta de tsunami, por ello es indispensable fomentar una cultura de auto protección entre la población. “Si el sismo no te permite caminar, lo mejor es que lo más pronto posible se evacúe hacia zonas más altas, aproximadamente a 30 metros, y si no hay tiempo, en edificios, alertó.