
Las víctimas eran de 10 nacionalidades diferentes -principalmente británicos, pero también de Polonia, Italia, Afganistán o Israel- además de los cuatro atacantes del condado de Yorkshire, en el norte de Inglaterra: Mohammed Sidique Khan, de 30 años, líder del grupo, Shehzad Tanweer, de 22, Hasib Hussain, de 18, y Jermaine Lindsay, 19.
Los actos de este martes llegan casi dos semanas después de que 30 turistas británicos murieran acribillados en una playa de Túnez junto a ocho de otras nacionalidades.
«Diez años después de los atentados del 7 de julio, la amenaza del terrorismo continúa siendo tan real como sangrienta», expresó Cameron.
«El asesinato de 30 británicos inocentes que estaban de vacaciones en Túnez es un recuerdo brutal de este hecho. Pero nunca nos acobardaremos ante el terrorismo».
Las cosas han cambiado en el frente islamista.
Los atacantes de 2005 se dijeron inspirados por Al Qaeda, mientras que la masacre de Túnez del 26 de junio fue ejecutada por un solo hombre y reivindicada por un grupo del que no se hablaba hace 10 años, el Estado Islámico.
Un Londres más hospitalario
La primera de las bombas de 2005 estalló a las 08:50 horas, en un Metro que estaba entre las estaciones de Aldgate y Liverpool Street. En menos de un minuto, estallaron las otras dos, una en un tren en Edgware Road y otra en uno que estaba entre King’s Cross y Russell Square.
A las 09:47 estalló la cuarta, en el autobús número 30, cuando estaba en la plaza Tavistock.
Se trata de lugares muy céntricos y trenes muy concurridos a esas horas, y hay un caso de una mujer, Miriam Hyman, de 31 años, que escapó a las primeras bombas del metro para morir en el autobús.
Este martes se podían ver carpas blancas a las salidas de esas estaciones, una especie de capillas improvisadas para que las familias puedan llorar a los suyos a resguardo.
Dos semanas después de la tragedia, el 21 de julio de 2005, se produjo una serie de ataques frustrados también en el transporte público.
Los atentados tuvieron una consecuencia trágica el 22 de julio, cuando el electricista brasileño Jean-Charles de Menezes fue acribillado por la policía en la estación de metro de Stockwell al creer que iba a perpetrar un atentado.
Un mosaico en la estación recuerda al brasileño, ante el que se reunirán familiares y amigos en un par de semanas, cuando se cumplan exactamente diez años de su muerte, explicó una portavoz de la familia.
Londres sufrió los atentados sólo un día después de que le concedieran la organización de los Juegos olímpicos de 2012, que cambiaron parte de la ciudad, y fueron el segundo gran ataque a una ciudad europea en poco más de un año, después de los atentados contra varios trenes en Madrid, el 11 de marzo de 2004, en que murieron casi 200 personas.
El Alcalde Boris Johnson estimó que los autores de los atentados en la capital británica no lograron su objetivo.
«Los agresores no cambiaron ni un ápice la esencia de Londres, y eso es lo que hace a esta ciudad grande», dijo Johnson.
«Es más, Londres se ha ido fortaleciendo y fortaleciendo en los 10 años transcurridos desde entonces», agregó.
«Creo que mucha gente coincidirá en que Londres se ha vuelto más cosmopolita, más hospitalaria», sentenció.
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