
Robert F. Kennedy Jr., Secretario de Salud y Servicios Humanos de Donald Trump, está impulsando un plan para prohibir los anuncios farmacéuticos en televisión. Considerando que Estados Unidos es uno de los dos únicos países del mundo que permite este tipo de publicidad (el otro es Nueva Zelanda).
El sistema de salud estadounidense no sólo tiene fallas; también perjudica la salud pública, distorsiona el periodismo y alimenta la influencia maligna de las grandes farmacéuticas en nuestra vida cotidiana.
Empecemos por lo obvio: los anuncios de medicamentos en televisión no están diseñados para informar, sino para manipular. La fórmula siempre es la misma. Luz tenue y música de piano sentimental. Una persona triste y apática se toma una pastilla y, de repente, la vida vuelve a la vida. Corren por los campos, ríen en familia, pasean a sus perros por puentes idílicos.
Entonces, con una voz en off entrecortada, los efectos secundarios aparecen como una ruleta de descargos de responsabilidad legal: derrame cerebral, insuficiencia cardíaca, pensamientos suicidas. ¿El objetivo? Hacer que los espectadores deseen un medicamento incluso antes de hablar con su médico. Es coerción emocional disfrazada de educación para la salud./thekylebecker