
Los rohinyás frustraron este jueves el inicio del programa de repatriación del gobierno de Bangladés, que quiere devolver a Birmania a miles de miembros de esta minoría musulmana refugiados en su territorio huyendo de la violencia.
Cerca de mil rohinyás se manifestaron cerca de la frontera con Birmania, rechazando ser repatriados.
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Por su parte el comisario de Bangladés para los refugiados se desplazó a uno de los pasos fronterizos y constató que ningún rohinyá estaba presente para regresar de manera voluntaria en autobús a Birmania.
Desde agosto 2017, más de 720.000 rohinyás huyeron de la violencia del ejército birmano y de las milicias budistas, refugiándose en Bangladés, donde se unieron a los cerca de 300.000 ya instalados en campos del sureste del país.
«Mataron a dos de mis hijos. Escapé a Bangladés con otros otros. Por favor, no nos repatrien. Matarán el resto de mi familia. Soy demasiado anciano para huir del campo», dijo Tajul Malluk, de 85 años, que está en la lista de repatriación.
Tras múltiples retrasos, Bangladés anunció a finales de octubre que lanzaría este jueves, después de un acuerdo con Birmania, la repatriación de un primer grupo de 2.260 refugiados. Unas 150 personas iban a ser repatriadas cada día.
Sin embargo, este martes Naciones Unidas, que califica la violencia contra los rohinyás de «genocidio», pidió detener la operación ya que considera que las condiciones no están reunidas y que aún existen riesgos de persecución.
La alta comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, dijo que iba a ser como «regresarlos al ciclo de violaciones de derechos humanos que esta comunidad ha estado sufriendo durante décadas».
La oenegé Human Rights Watch también pidió «anular de inmediato» la operación.
«Según la evaluación del Alto Comisionado para los Refugiados (Acnur), ninguna de las 50 familias interrogadas expresó la voluntad de regresar. Nadie cree estar en seguridad» en Birmania, declaró Mohammad Abul Kalam, el comisario de Ayuda y Repatriación de Refugiados de Bangladés.
Sin embargo, no precisó si el plan de repatriación previsto para este jueves sería anulado.
– Temor a regresar –
«Todo el mundo está tenso, la situación es muy mala», declaró a la AFP Abdur Rahim, uno de los responsables de los campos de refugiados rohinyás en Cox’s Bazar.
Rahim mencionó controles de identidad en los campos por parte del ejército de Bangladés. Sin embargo, la policía niega cualquier refuerzo del dispositivo policial.
Según Abdur Rahim, de los 2.260 refugiados cuyos nombres están en la lista, «el 90% huyó» por miedo a ser repatriados de manera forzada.
Por más que Bangladés asegure que los retornos serán voluntarios, muchos de los refugiados temen regresar a Birmania.
En noviembre de 2017, Birmania y Bangladés anunciaron un plan de retorno pero el proceso se detuvo y ambos países se culparon mutuamente. Pocos rohinyás regresaron.
Según un documento confidencial de Acnur al que tuvo acceso la AFP, Naciones Unidas establece como condición que los candidatos al retorno sean autorizados a regresar a sus pueblos u otros lugares de su elección en Birmania.
Acnur no brindará ayuda «en campos que sean zonas de acogida o de tránsito, al menos que sean claramente temporales», dice el documento. Muchos observadores temen que Birmania encierre los candidatos al retorno en campos «de tránsito», como ya es el caso para más de 120.000 rohinyás que regresaron.
Durante una cumbre en Singapur el miércoles, el vicepresidente de EEUU Mike Pence dijo a la líder birmana Aung San Suu Kyi que la violencia que obligó a cientos de miles de rohinyás a huir de Birmania era «inexcusable».
Aung San Suu Kyi, que evita mencionar el tema, contestó que los birmanos «de cierta manera entienden su país mejor que cualquier otro».
Amnistía Internacional retiró esta semana un premio a Suu Kyi por negar la amplitud de la crisis y por su apoyo al ejército, acusado de «genocida» por Naciones Unidas.
Aunque la dirigente tiene poco poder frente a los militares, rechaza condenar la violencia contra los rohinyás y denuncia «una campaña de desinformación» por parte de los medios internacionales. Naciones Unidas quiere llevar al ejército frente a la justicia internacional. AFP