La homofobia sigue presente en México con al menos mil 310 asesinatos reportados desde 1995 a la fecha, una cruda realidad para la comunidad LGBT que ve cómo persiste la discriminación en la calle, a pesar de los avances institucionales.
Más allá de los homicidios, la cara más sangrienta de este odio, el colectivo denuncia agresiones cotidianas y discriminación en la calle y el trabajo, impunidad y un sistema judicial que los criminaliza.
Óscar Ramírez tiene 29 años y pasó casi cinco en prisión acusado de un crimen pasional. Fue a visitar a su novio en su departamento y lo halló estrangulado, denunció el suceso ante la Policía y lo retuvieron «sin fundamento», recuerda en una entrevista con Efe.
Veintiún días más tarde le imputaron cargos y lo encerraron en un penal de la Ciudad de México, y de nada valió que diez días después encontraran al verdadero responsable, un prostituto que quiso robar a su novio y acabó con su vida tras un forcejeo.
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Óscar fue condenado a 27 años de prisión y no fue luego de un larga lucha judicial, y con el apoyo de ONGs e instituciones, que obtuvo su libertad sin cargos en 2015.
«Cuando existen personas de la diversidad sexual, (el Estado) tipifica los crímenes de pasionales cuando hay otras líneas de investigación que no abocan», denunció este joven, que conoció casos similares al suyo en prisión.
Para Alejandro Brito, el director ejecutivo de la ONG Letra S, que dio seguimiento a su caso, esta historia es solo un ejemplo de los crímenes de odio motivados por la orientación sexual que ocurren a lo largo y ancho de México.
«En 20 años, y a pesar de todos los avances que ha habido en reconocimiento de derechos de la población LGBT, la violencia homofóbica no ha disminuido, sigue arraigada en la sociedad», destaca en el Día Nacional de la Lucha contra la Homofobia.
Desde 2015, una resolución del Supremo consideró inconstitucionales las leyes estatales que prohíben el matrimonio homosexual y este mismo martes, el presidente de México, Enrique Peña Nieto, puso en su foto de perfil su rostro con una bandera gay de fondo.
Unas medidas insuficientes, según se desprenden de los resultados del estudio que Letra S elabora cada año a partir de un monitoreo en medios de comunicación.
Son 1.310 asesinados desde 1995 hasta abril de 2016; 1.021 hombres gays, 265 mujeres trans y 24 mujeres.
Los datos varían año con año y no puede apreciarse una tendencia al alza o la baja. El año pasado cerró con 44 casos, pero el seguimiento de medios fue menor por falta de recursos.
Brito señala una diferencia «en el patrón de la violencia homófoba», según la identidad sexual de las víctimas.
Las mujeres transexuales, en especial las prostitutas, son a menudo las más expuestas a brutales crímenes de odio.
Las matan en la calle y en grupo hombres que alegan «sentirse engañados» por su feminidad, subraya.
Las lesbianas son asesinadas, en muchos casos, por exparejas masculinas que «no soportan» que su mujer les abandonara por otra mujer, y en el caso de los hombres gays, muchas veces son asesinados «con saña» por ladrones que se hacen pasar por homosexuales.
El problema con las autoridades es evidente a los ojos de este defensor de los derechos humanos: «La Policía se acerca a los sucesos prejuiciada, y si tiene indicios de que son homosexuales o transexuales, cataloga el crimen de pasional».
Aunado a ello, hay un «subregistro de agresiones cotidianas», una falta de estadísticas claras ante violencia intrafamiliar y en escuelas, la calle o el trabajo.
Una investigación de la Comisión Especial de Atención a Víctimas (CEAV) en 2016 señaló que un 70 % del colectivo se ha sentido discriminado en la escuela y un 50 % en su trabajo.
Otro estudio de 2010 reportó que 4 de cada 10 mexicanos no viviría con homosexuales.