
Tapachula (México), 22 nov (EFE).- Pese a los crecientes obstáculos a su paso, el ingreso de cubanos desde Centroamérica a través de la frontera sur de México con el fin de obtener un salvoconducto que les permita llegar a Estados Unidos se ha incrementado en las últimas semanas.
Ni el cierre de la frontera de Nicaragua con Costa Rica el pasado 15 de noviembre ha detenido a los cubanos, que viajan en grupos numerosos de hasta 500 personas y que, por un pago de cinco dólares, atraviesan en balsas a diario el río internacional Suchiate, que separa a México de Guatemala.
Nicaragua cerró su frontera a los migrantes tras acusar a Costa Rica de arrojárselos a sus puertas.
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En ese grupo de 50 cubanos también viajan Luis Enrique y su esposa, quienes, ayudados por un «guía», llegaron en seis días al estado mexicano de Chiapas. Ellos denuncian que «se encuentran varados en Costa Rica más de dos mil cubanos, y de no abrirse la frontera con Nicaragua el número llegaría a más de tres mil en una semana».
Evitan hablar de la política interior de Cuba, pero coinciden en que han salido de la nación antillana por «la pobreza y el maltrato de las autoridades», sin importarles «sufrir vejaciones en el migrar por los países de América Latina» con tal de llegar a EEUU.