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Aunque apenas abordó el conflicto israelo-palestino, Trump, que espera un acuerdo de paz que no consiguió ninguno de sus predecesores, vio una «rara oportunidad» de cambiar la situación en la convergencia de intereses entre los países árabes e Israel frente al extremismo y a Teherán.
Al igual que en Riad, donde pasó dos días, el presidente estadounidense atacó a Irán, afirmando que debía poner fin a la «financiación, el entrenamiento y el abastecimiento mortales de los terroristas y las milicias».
En Israel, el mandatario se encuentra en un país muy preocupado por la influencia de Irán, su apoyo a organizaciones enemigas como el Hezbolá libanés y sus actividades nucleares.
Para poder soñar, debemos poder estar seguros de que Irán está muy lejos de nuestras fronteras, lejos de Siria, lejos de Líbano», declaró el presidente israelí, Reuven Rivlin.
– Recogimiento –
Al inicio de su visita, Trump reafirmó el «vínculo indestructible» entre Estados Unidos e Israel y manifestó su deseo de hallar una salida al conflicto israelo-palestino.
«Puedo decirles que nos gustaría ver cómo Israel y los palestinos hacen las paces», declaró.
El inquilino de la Casa Blanca pudo vislumbrar este lunes la complejidad de la situación en Jerusalén al visitar el Santo Sepulcro, el lugar más santo del cristianismo, y el Muro de las Lamentaciones, el sitio más sagrado para los judíos.
Trump se convirtió así en el primer presidente estadounidense en funciones que visita el lugar.
El presidente permaneció largo tiempo inmóvil, con la mano derecha apoyada sobre el muro, y, siguiendo la tradición, colocó un trozo de papel entre las piedras. Los fieles suelen escribir oraciones o votos en los mensajes que dejan en ese lugar.
Su esposa y su hija, Melania e Ivanka, se dirigieron a la parte reservada a las mujeres. Esta última, que también es consejera del presidente en la Casa Blanca, se convirtió al judaísmo años atrás y, en el Muro de las Lamentaciones, no pudo reprimir las lágrimas.
– Polémica en el Despacho Oval –
Ningún responsable israelí acompañó a Trump en su visita al Muro. Su presencia habría podido ser interpretada como un reconocimiento por Estados Unidos de la soberanía de Israel en este lugar y Washington piensa que el estatuto diplomático de Jerusalén aún tiene que negociarse.
Cerca de ahí se extiende la Explanada de las Mezquitas (el Monte del Templo para los judíos), el tercer lugar más sagrado para los musulmanes.
Su dimensión religiosa y política, convierten Jerusalén en el centro del conflicto israelo-palestino.
Por un lado, Israel considera toda la ciudad como su capital «indivisible». Los palestinos quieren hacer del este de Jerusalén la capital de su Estado, al que aspiran desde hace décadas.
Trump viajará el martes a Cisjordania, Territorio palestino ocupado por Israel, donde lo recibirá el presidente Mahmud Abas en Belén.
Hace años que la paz no parecía tan lejana como ahora. Las últimas negociaciones entre Israel y los palestinos, bajo supervisión estadounidense, fracasaron en abril de 2014.
Trump intentará primero «facilitar» la vuelta a los esfuerzos de paz y obtener compromisos y medidas de confianza de las dos partes, indican sus colaboradores.
El Gobierno israelí adoptó el domingo por la noche, «a petición» de Trump, unas medidas destinadas a facilitar la vida a los palestinos, sobre todo de quienes viajan al extranjero y de los miles que van a trabajar cada día a Israel.
Este lunes, en presencia del primer ministro Benjamin Netanyahu, el presidente estadounidense se esforzó en minimizar el escándalo de las informaciones clasificadas que comunicó a responsables rusos en el Despacho Oval, supuestamente sin el acuerdo de Israel.
«Nunca he mencionado la palabra o el nombre de Israel (…) Esa es otra historia falsa», contestó a una pregunta sobre esta polémica que dificultó los preparativos de su primer viaje a Israel.
«La cooperación en materia de inteligencia es fantástica, nunca ha sido tan buena», afirmó por su parte Netanyahu. AFP