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LA HABANA (AP) — El mayor tesoro de Ramsés Fernández es casi del tamaño de un refrigerador, con un espacio similar al que hay entre los asientos de un vuelo en clase económica y una potencia un poco mayor a la de una podadora.
«Ese es mi segundo bebé», dijo Fernández, mientras sonríe orgulloso al auto fabricado hace 39 años y que él compró casi al mismo tiempo que nacía su hijo de 10 meses. «Mi mujer dice que el carro es mi hijo».
Un humilde auto polaco de dos cilindros y puerta trasera, el Fiat 126p fue olvidado por la mayoría de la gente después de la caída del muro de Berlín. Décadas después, este carro cariñosamente conocido en la isla como Polski, vive una nueva época en Cuba.
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Ante los recortes del crudo subsidiado de Venezuela, la gente se queja de la falta de autobuses y taxis en las calles. El salario medio es de cerca de 25 dólares al mes, y el precio de los autos — controlado por el gobierno — y la gasolina están entre los más altos del mundo.
Con apenas 24 caballos de potencia, dependiendo de qué tanto haya sido alterado el auto, el Polski pesa una media tonelada y ofrece a las familias la posibilidad de moverse de forma independiente por unos pocos miles de dólares, una suma que pueden alcanzar quienes logran ahorrar algún dinero por tener algún empleo privado o familias que envían remesas desde el extranjero.