Para la policía europea (Europol) no hay pruebas de que Estado Islámico esté directamente detrás de los últimos ataques y atentados en ese continente, según reportó en su último informe.
Es que organizar atentados como los de París y Bruselas requiere mucho tiempo y una logística perfecta; mucho más simple es reclutar «lobos solitarios», mejor si tienen cierta estructura psíquica que los llevará a hacer mucho daño.
Ésa es la nueva estrategia del Estado Islámico en Europa, según el último análisis de Europol, que localizó un elemento común en los recientes ataques de Niza, Orlando, Magnaville y Wurzburgo.
No obstante las reivindicaciones, en efecto, en ninguno de esos casos el Estado Islámico estuvo directamente involucrado.
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Podría haberse tomado sólo el «mérito» de esos «desequilibrados», sobre los cuales la ideología yihadista actúa como factor agravante en una patología ya existente.
«No hay pruebas de que el atacante de Niza se considerara miembro del Estado Islámico», escribió la agencia europea antiterrorismo y criminalidad.
Se dijo que «se había radicalizado en poco tiempo y que había consumido propaganda del Estado Islámico antes del ataque», así como en Wurzburgo los medios aseguraron que en la casa del joven terrorista había una bandera del grupo yihadista hecha a mano.
Pero su «afiliación al grupo no estaba clara». Según Europol, una pista se escondió entre las reivindicaciones: la agencia A’maq, citada en el sitio actualidad.rt, declaró haber recibido informaciones de una fuente no identificada, «en contraste con la clara responsabilidad» expresada por París y Bruselas.
Una diferencia que indicaría cómo el Estado Islámico quiere mantenerse «confiable», en caso de que emerjan informaciones que contradicen las versiones dadas. O a lo mejor le resulta cómodo atribuirse atentados, pero mantiene la debida cautela porque sabe que los «lobos solitarios» no son verdaderos combatientes para la yihad, y pronto podría salir a la luz la verdad.
Europol está convencido: «No obstante muchos ‘lobos solitarios’ liguen sus actos a religión o ideología, el rol de sus potenciales problemas mentales no debe ser descuidado». Porque en los casos donde el atacante tiene un desorden mental, «la ideología puede tener un efecto agravante, llevando a elecciones de objetivos diferentes y ampliando el ataque».
También el terrorista de Niza, subrayó el informe, «padecía un serio desorden psiquiátrico y estaba en tratamiento». Y a una «porción significativa de luchadores extranjeros se le diagnosticó problemas mentales antes de unirse al Isis».
Además de Mohamed Lahouaiej Bouhlel, sufrían de patología psiquiátrica el hombre que el 21 de diciembre en Dijón arrojó su auto a los peatones y dejó 13 heridos, y aquel que al día siguiente lo imitó al echar su camioneta al mercado de Navidad, donde mató a una persona y dejó heridas a 9, antes de apuñalarse.
Según Europol, alrededor del 35 por ciento de los lobos solitarios que efectuaron ataques entre 2000 y 2015 sufría de perturbaciones mentales.
El reclutamiento, con los más débiles, es más simple. En Finlandia, por ejemplo, apuntan sobre todo a jóvenes matones y a chicos sin familia; en Eslovenia hay un fenómeno de reclutamiento en la comunidad gitana, a la que se le promete dinero; en Bélgica y en Holanda, en cambio, se aprovecha la cuestión familiar y se busca un contacto a través de parientes.